domingo, 21 de abril de 2013

TUICO POR GALICIA

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BAIONA, CAMBADOS Y SANTIAGO DE COMPOSTELA

Lo mejor de la Rías Baixas

Difícil elección a la hora de sentarse ante una buena mesa gallega. Comenzamos nuestro camino en Baiona y acabamos, como no podía ser de otra forma, en Santiago de Compostela. Una ruta que sabe a xoubas, albariño, vieiras, pulpo, zamburiñas... El ya tradicional conjuro de la queimada apartará también a los malos espíritus.

El Parador de Baiona, una gran fortaleza medieval de marcado carácter gallego, se alza como un majestuoso faro sobre la península de Monterreal.El Parador de Baiona, una gran fortaleza medieval de marcado carácter gallego, se alza como un majestuoso faro sobre la península de Monterreal.
Fue Baiona, en las Rías Baixas, el primer lugar de Europa que tuvo noticias sobre el descubrimiento de América, al llegar hasta su costa La Pinta, una de las carabelas que capitaneó Cristóbal Colón durante su expedición a las Indias. Para conmemorar aquella fecha se celebra, cada 1 de marzo, la Festa da Arribada, en torno a la réplica que de la embarcación existe en uno de los muelles del puerto, en cuyo interior, se ha instalado un pequeño museo. Baiona, en la provincia de Pontevedra y bañada por el océano Atlántico, tiene raíces marineras, tal y como queda reflejado en su monumento más popular, la Virgen de la Roca, realizada en granito en los años 30 del pasado siglo sobre las rocas del monte Sasón. La espectacular Virgen sostiene, en una de sus manos, una barca-mirador, a la que se accede después de subir una escalera de piedra. En Baiona hay otras cosas que hacer, como caminar por su casco antiguo de estrechas callejuelas y disfrutar del marisco que ofrecen sus tabernas. Aquí la gastronomía manda y también los vinos –sobre todo, los blancos– ya que estamos en los límites de O Rosal, una de las cuatro subzonas de la Denominación de Origen Rías Baixas, que es a su vez una de las cinco denominaciones de origen de los vinos gallegos, junto a las de Monterrei, Ribeira Sacra, Ribeiro y Valdeorras.


Lo mejor de la Rías Baixas.
En O Rosal se elaboran dos tipos de vino: el albariño, de aroma afrutado, envolvente y sensual, y el Rosal, que mezcla uvas de albariño, loureiro y caiño blanco, de excelente finura. Por sus características, estos vinos armonizan con los sabores yodados de los mariscos y con los pescados. Las Rías Baixas disponen de numerosos puertos en los que cada día se descarga una amplia variedad, entre la que destacan las xoubas –sardinas pequeñas que a partir de San Juan se convierten en uno de los platos más típicos del verano– rodaballo, lubina –mejor degustarla entre agosto y marzo– y el rape, de carne firme y pocas espinas.

Estamos en Baiona, y la fiesta grande aquí tiene un sabor más dulce: los días 26 y 27 de septiembre en la plaza de Santa Liberata tiene lugar la Fiesta de la Miel y las Nueces, con puestos donde se venden estos productos en honor de San Cosme y San Damián. Da igual el día que sea para disfrutar de la calma a la que siempre invita el parque de la Palma, bajo la muralla de la fortaleza de Monterreal, su paseo marítimo y, sobre todo, las islas Cíes, incluidas dentro del Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia. Para recorrer las Rías Baixas con la gastronomía como excusa conviene tener a mano un calendario cultural y festivo. Las sardiñadas con pan de maíz que se celebran en verano constituyen una muestra de las muchas fiestas gastronómicas de Pontevedra. A Guarda atrae a numerosos visitantes ansiosos de contemplar las vistas sobre la desembocadura del Miño desde el monte de Santa Tecla. El último domingo de junio es la Fiesta de la Langosta, que se come con pan, vino y roscón de yema. El último sábado del mes de abril, Oia celebra la Fiesta del Pulpo, y Gondomar, el primer domingo de julio, la de la Rosquilla. Bueu rinde homenaje a las vieiras el último fin de semana de octubre. Parecidas a ellas pero de menor tamaño son las zamburiñas que alcanzan su mejor momento en otoño. El invierno y la primavera son, sin embargo, la época ideal para comer ostras, todo un símbolo de Arcade, que también se pueden degustar en el mercado vigués de A Pedra, crudas y con limón. La fiesta más famosa en las Rías Baixas es, en cualquier caso, la del Marisco que O Grove organiza el segundo domingo de octubre. Declarada de Interés Turístico Nacional, en ella es posible degustar muchas delicatessen marinas, como las navajas, longueirones de Fisterra, berberechos de Muros y Noia, coquinas, almejas de O Carril –de color blanco, amarillo o marrón con sifones separados entre sí–, bígaros... Mención especial merecen los mejillones, sobre todo los de la ría de Arousa, con su propia Denominación de Origen. Al vapor y con limón, en salpicón o con salsa de tomate están deliciosos.

De vinos y otros placeres. También de Interés Turístico Nacional es la Fiesta del Albariño que se celebra durante la primera semana de agosto en nuestro siguiente destino, Cambados. Se trata de una de las exaltaciones gastronómicas más antiguas de España, cuyo origen se remonta al año 1953. El paseo de A Calzada es el lugar donde las bodegas ofrecen desde sus casetas sus mejores vinos, que se pueden acompañar de tapas típicamente gallegas, como la empanada o el pulpo á feira (con cachelos, aceite de oliva, sal gorda y pimentón). La fiesta también incluye conciertos y múltiples actividades culturales, que se suceden mientras se descorchan miles de botellas de este caldo, fresco, suave y dulce, considerado por expertos y aficionados como uno de los mejores vinos blancos de Europa.

Cambados, que esconde muchos rincones con encanto, es famosa por su Fiesta del Albariño, que se celebra en agosto.Cambados, que esconde muchos rincones con
encanto, es famosa por su Fiesta del Albariño, que se
celebra en agosto.
Merece la pena darse una vuelta por Cambados y descubrir rincones con encanto, como la plaza do Rollo, la de Alfredo Brañas, la iglesia de san Francisco, los pazos de Ulloa y A Capitana y las ruinas de Santa Mariña Dozo, del siglo XV, junto a las cuales se encuentra el Museo Etnográfico e do Viño de Cambados, el primer museo dedicado al vino en toda Galicia. Está formado por dos edificios –uno antiguo y otro nuevo– unidos por una pasarela. En él se pueden repasar aspectos variados de la cultura popular y de todo cuanto tiene que ver con los vinos de las Rías Baixas. En el mismo concello, en Santo Tomé do Mar, en el antiguo pazo Torrado, podemos visitar el Museo das Rutas do Viño, con proyecciones multimedia y pantallas táctiles que permiten profundizar en la cultura vitivinícola universal, aunque el albariño y las fiestas en torno a él sean los grandes protagonistas.

Nuestra ruta discurre ahora hacia Padrón, en A Coruña, para saborear esos pimientos –que unos pican y otros no–, y que, aunque mucha gente lo desconoce, no se cultivan aquí, si no en la vecina parroquia de Herbón. Son verdes y muy pequeños, traídos probablemente de América por los padres franciscanos del convento de San Antón. Se pueden comer a la plancha, aunque casi todo el mundo los fríe para servirlos después con sal gorda. Su exaltación tiene lugar el primer sábado de agosto, en el transcurso de la cual se pueden llegar a degustar hasta 3.000 kilos, acompañados de pan, chorizo y vino.

Santiago de Compostela aguarda al final del viaje, con su anhelada plaza del Obradoiro, donde comparten escenario el Hostal de los Reyes Católicos, los pazos de Raxoi y Xelmírez y la Catedral, construida entre los siglos XI y XIII, con una entrada, el Pórtico de la Gloria, obra del maestro Mateo, cumbre de la escultura románica. Es el final del Camino de Santiago y también de esta ruta que se pierde entre el Mercado de Abastos y las rúas del Franco y la Raiña, por tabernas donde siempre es posible tomar un ribeiro, el bon viño do Ourense, como decía Alfonso X el Sabio. Beberlo es beber parte de la historia, de la tradición y hasta de la leyenda de una Galicia misteriosa y sorprendente. Sardinas, jureles, caldeirada de san martiño (pescado de roca), chuletón de ternera gallega, filloas de sangre... La capital de Galicia es el mejor escaparate de la gastronomía local, aunque tiene, eso sí, su propio dulce: la tarta de Santiago, a base de almendra molida, huevos, azúcar, mantequilla y pizcas de canela debajo de un manto de azúcar en polvo que dibuja la cruz del Apóstol. Pero lo mejor será concluir el viaje con una queimada –el licor elaborado con orujo quemado, azúcar y corteza de limón– tras pronunciar el conjuro de rigor que aleja a los malos espíritus.

El Hostal de los Reyes Católicos ofrece vistas únicas de la Catedral de Santiago, construida entre los siglos XI y XIII.El Hostal de los Reyes Católicos ofrece vistas únicas
de la Catedral de Santiago, construida entre los
siglos XI y XIII.
Albariño
Los vinos monovarietales del tipo albariño, con Denominación de Origen Rías Baixas, presentan un color amarillo-pajizo, brillante, con irisaciones doradas y verdes. En nariz poseen aromas florales y frutales finos y distinguidos, de intensidad media y duración medio-larga. En boca son frescos y suaves, con cuerpo y grado alcohólico, acidez equilibrada, armoniosos y de amplios matices. Su retrogusto es elegante y completo.

Lubina con navajas
Todo un placer para el paladar. Así es la carta del restaurante del Parador de Baiona, donde la impronta gallega se deja notar en la mesa. Uno de los pescados más típicos de Galicia es la lubina, que suele encontrarse en las zonas más rocosas de los arenales y en la desembocadura de los ríos. En el Parador la preparan con navajas –marisco muy preciado de las Rías Baixas– y con salsa de grelos.

Empanada de zamburiñas
Ninguna empanada como la de Galicia. El restaurante del Parador ofrece una estupenda de zamburiñas (de aspecto similar a las vieiras pero más pequeñas). Para hacer la masa utilizan harina de trigo, maíz y centeno, mantequilla, huevo, sal, levadura y agua. Para el relleno, el molusco y un sofrito hecho con ajo, cebolla, pimiento rojo, pimiento verde, pimiento dulce, tomate, sal y aceite de oliva. Acompañada de un vino albariño resulta inolvidable y no encuentra competencia.

Caldeirada dos Reis
Dicen que la caldeirada es tan antigua como la relación del mar con Galicia. Plato de pescadores y de cuchara, adquiere notas de sofisticación en el restaurante Dos Reis. Aquí el peixe común que reposa en el caldeiro junto a patatas y cebolla es sustituido por rodaballo, vieira y bogavante. Aunque, el secreto se esconde tras una buena ajada gallega, la salsa hecha con aceite, ajo, laurel y colmada de pimentón. La caldeirada tradicional se puede degustar en el otro restaurante del Parador, el Enxebre.

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Paradores en Viajar

Parador de Baiona


Parador de Baiona
Rodeado de océano por todas partes, ocupando la península de Monterreal como si de un faro se tratase, el Parador de Baiona es una gran fortaleza medieval, aunque de marcado carácter gallego. Las murallas aíslan el recinto casi sobre el mismo mar, amparado tan sólo por un bosque de pinos. La magnífica escalera de piedra del recibidor aporta personalidad a un edificio de salones señoriales que recuerda en su nombre al conde de Gondomar. En las habitaciones impera la estética clásica, aunque, sin duda, su mayor valor sean las vistas, dominando la ría de Vigo, con las maravillosas islas Cíes de fondo. El Parador está compuesto por varios cuerpos que encuentran acomodo entre las torres almenadas del Príncipe, de la terraza y del Reloj.

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Parador de Cambados


Parador de Cambados
El antiguo pazo de Bazán –mansión solariega del siglo XVII– se localiza en los verdes paisajes de las Rías Baixas, concretamente en la ría de Arousa. El Parador se ubica en el centro del pequeño pueblo de Cambados, a corta distancia de la isla de A Toxa. Cuenta con un coqueto patio interior en el que destacan los soportales, la fuente y una esbelta palmera. Posee, además, agradables y luminosas habitaciones y un confortable mobiliario. A ello se unen columnas de piedra, techos y vigas de madera en el resto de estancias, sin olvidar el agradable jardín y una más que apetecible piscina.

Parador de Santiago de Compostela


Parador de Santiago de Compostela
Fueron los Reyes Católicos quienes mandaron construir un hospital en 1499 para que existiera en Santiago un lugar donde atender a los peregrinos. El hoy Parador es uno de los hoteles más antiguos del mundo, con una portada plateresca que destaca por sus filigranas, los escudos de armas de Carlos V y de los Reyes Católicos, la cadena tallada que la recorre, la balconada, las gárgolas y el friso con los Doce Apóstoles. Sus estancias comunes han sido decoradas con elegancia, acorde a la categoría del hotel, Cinco Estrellas Gran Lujo, que ofrece habitaciones con vistas a la Catedral.

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